¡Oh Madre!, cuya aflicción
finalizó con la alborada pascual ante el Resucitado y cuya espera de reunirte
con tu Hijo cesó en el gozo de tu gloriosa Asunción, consuela nuestro dolor
librando de las penas a quienes amamos hasta más allá de la muerte, y ruega por
nosotros que esperamos la hora de volver a encontrar el abrazo de quienes
perdimos.
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