martes, 1 de marzo de 2011

ESTAMPAS

Estampas del Septenario (XI)

Quizás estemos ante uno de los recordatorios del Septenario que más llama la atención por su singularidad. Nos muestra el altar en la Parroquia de la Asunción, que en su esencia no ha variado, pero que en detalles vemos claras diferencias con lo que hoy en día se monta. Empezando con la Virgen, ya la hemos visto ataviada con los dos mantos, la vemos con la reluciente saya de Carrasquilla estrenada en 1968, y que pasaría a ser la de salida hasta la Coronación Canónica. Inexplicable es el hecho de ponerla en Besamanos en un lateral del presbiterio, cuando tiene toda la extención del mismo por delante hasta el arco toral, eso sí, bajando la tarima donde se encuentra.



Observamos como aún no se han estrenado las balconeras de talla doradas con el escudo de la hermandad en el centro, que hoy en día se colocan. En su lugar vemos una simple colgadura burdeos cubriendo las rejas que tenía en ese lugar el presbiterio alto. Encima de estas balconeras vemos que adorman los faroles del s.XVIII  y los angelitos del antiguo paso de Falcet del Santo Entierro que, tratándose del Besamanos de 1968 sería el último año que saldría a la calle. Detrás, los candelabros de cola del Paso de Palio, que por entonces eran habituales en el altar. No logramos averiguar si ya existían los dos juegos de lampareras que se colocan en los muros laterales sostenidos por los ángeles de la iglesia. Si vemos una de las lámparas de plata antiguas que aún conserva la hermandad y que adornaban los pilares del arco. En las gradas (por entonces también respiraderos del palio) vemos como se ha mermado bastante la candelería para colocar el camino de terciopelo rojo, un sillón con el corazón de la peana en el repaldo, y el escudo de la bambalina delantera del palio del Viernes Santo en el centro del dosel. Dicho sillón se ha colocado encima de las dos peanas que poseía la Señora por entonces, la de plata de Palomino y la del paso de subir y bajar. Los ángeles de la capilla, con luz eléctrica, custodian el vacío dosel. Todo un alarde de imaginación que sin duda rememora épocas pasadas en las que todo era poco para El Septenario de Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad.


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